
El otro día volvía al trabajo con un compañero después de una visita a un cliente.
Había madrugado más de lo normal (a las 6:40, que para mi es muy pronto) porque la cita era temprano. Bajé andando 15 minutos hasta la parada del tren y lo cogí. Cuando aún me faltaban unos minutos para el destino final, ya me estaba llamando mi compañero preguntándome por dónde iba, cuánto me quedaba. Había muchos coches en la estación, así que no podía aparcar y estaba dando vueltas a la estación. Cuando llegué a la estación, donde me esperaba el compañero, subí al coche y tuvimos que hacer un par de "trampas" en la carretera, para no dar más vueltas, y finalmente llegamos a las oficinas del cliente. Tuvimos la reunión y volvimos al trabajo, por una carretera con mucho tráfico, aparcamos en el garaje y nos dirijimos hasta la oficina.
Y en el camino, íbamos andando, casi corriendo, cuando mi compañero me dijo "no corras tanto que no hay prisa". Eran aún las 10.30 de la mañana y me parecía que llevaba ya horas trabajando sin parar, y que me quedaba aún mucho por hacer.
Y entonces le conté una cosa que pensé un día, hace un par de años, cuando subía corriendo por una escalera eléctrica, para llegar pronto al trabajo. Y me di cuenta que desde que llegué a Madrid a vivir no podía subir por las escaleras eléctricas sin andar, y pensé " qué locura" si estas escaleras están hechas para que no andes!
Ese día llegué al trabajo y se lo conté a mi compañera, que se reía y me decía que efectivamente esta vida era una locura.
En la ciudad de la que yo vengo, que es una octava parte de Madrid, la gente no sube las escaleras eléctricas andando, ni siquiera se deja la parte de la izquierda libre, por si a alguien ("loco!") se le ocurriese subir andando.
En fin, que esa es la sensación que tengo en mi día a día, que todo son escaleras y me paso el día corriendo por ellas.
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